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87.- doce factores de riesgo para un emprendedor.

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Hace no más de una semana, mientras comía, fui testigo de una interesante conversación que mantenían un grupo de jóvenes de no más de 25 años en la mesa de al lado. Mi posición cercana y el hábito español de hablar alto permitieron que, sin haberlo previsto, pudiera escuchar prácticamente aquel intercambio de opiniones en su integridad. El objeto de la conversación era un proyecto de distribución que tenían prácticamente preparado y sobre el que unos urgían a los otros para comenzar ya que, al parecer, ya se podrían formalizar las primeras ventas. Tengo que reconocer que no me pude contener e inmediatamente saque un bolígrafo y comencé a tomar notas. En el episodio de hoy, te voy a indicar brevemente los riesgos que observé en aquella conversación y que, como emprendedor, pueden condicionar el éxito de tu proyecto. 1.- No adoptar cierto nivel de externalización. Aquel grupo de cinco chicos querían hacerlo todo ellos. Ellos se encargarían de vender, comprar, almacenar, distribuir, gestionar la administración e incluso de hacer las pequeñas instalaciones necesarias. Para ello comprarían equipos informáticos, alquilarían un almacén y medios de carga y descarga y adquirirían, de segunda mano, un furgón para el reparto. En proyectos que comienzan desde cero y sin mayor experiencia anterior, es conveniente centrarse en los procesos clave del negocio, restringir la inversión a ellos y externalizar el resto. 2.- No realizar un plan económico. En aquella hora de conversación no escuché en ningún momento hablar de cifras concretas que se pareciesen a un presupuesto o a un plan económico que integrarán ingresos y gastos. Comprometer gasto o inversión sin ponerlo en relación a unos ingresos constantes, recurrentes y diversificados y a un sistema de negocio estructurado parece demasiado temerario y sin embargo es una práctica demasiado frecuente. 3.- No comprometer presencia y acción sobre todas las áreas del negocio. En un proyecto empresarial no debes de hacer todo, pero debes estar en todo. En una empresa de reducido tamaño debes tener el control y conocimiento de todos los procesos, ya los realices internamente o externamente a tu organización. Atenerte solo a la parte técnica del negocio o las partes que más te gustan y pretender que las demás se gestionen solas es muy arriesgado. Perderás consistencia y lógica en tus acciones y perderás el tono en el cumplimiento de la misión de tu empresa. 4.- No mantener una mentalidad y actitud templada. En la gestión de una empresa es tan perjudicial la exaltación como el apocamiento, las pulsaciones altas y las bajas, la aceleración y la parálisis. Mantener una actitud extrema o radical, en el mucho o en el poco, en tus decisiones y acciones y más aún que convivan ambas actitudes dentro de la empresa, puede desquiciar a tu organización. Debes mantener un tono moderado y constante y trabajar internamente este clima de forma que evites tanto las montañas rusas emocionales como los actos y decisiones impulsivas. 5.- No establecer una unidad de decisión y responsabilidad. En todas las organizaciones debe haber un responsable último de las decisiones y acciones. Independientemente de que exista un órgano interno para la toma de decisiones estratégicas y responsables de la gestión del día a día de las distintas áreas, la dirección y responsabilidad última de la gestión de una empresa debe recaer sobre una única persona. 6.- No desarrollar una planificación y pensamiento a largo plazo. Crear una empresa basada en una oportunidad a corto plazo tiene dos riesgos principales. Que se focalicen todas las decisiones y acciones en la oportunidad y no en el sistema de negocio y que decisiones y acciones se realicen de forma improvisada. Las empresas son empresas si tiene vocación y planeamiento a largo plazo. A lo otro se le suele llamar pelotazo. 7.- No poner a tu cliente en el centro de tu empresa. Ser irrelevante para tu cliente o que tu cliente no tenga la máxima relevancia para ti llevan al mismo sitio. El fracaso. Es esencial que sepas siempre cuál es el problema o necesidad de tu cliente que estás solucionando. Conocer cuál es tu propuesta de valor y enfocar tu acción hacia ella es la única forma de mantener una lógica y coherencia en tu empresa. 8.- No tolerar el riesgo o despreciarlo. Los emprendedores deben entender desde el primer momento que todas sus acciones tienen consecuencias y responsabilidad. No ser consciente de ello, despreciar este riesgo y paralizar la empresa por pánico escénico son situaciones inaceptables. No es obligatorio emprender, es más, en estas situaciones es mejor no hacerlo, pero, si lo haces que sea con consciencia y con todas las consecuencias. 9.- Improvisar la financiación. No planificar la estructura de financiación de la empresa o fiarla a los ingresos por ventas es como salir a la mar solo con velas y sin gasolina para los motores. La empresa debe tener una estructura de financiación propia y ajena, comercial y financiera, a corto y largo plazo que financie la actividad adecuadamente en todos los ciclos y situaciones. Quedarse parado en medio del mar por falta de viento supone una gran pérdida de eficacia y oportunidades y un riesgo para el futuro del proyecto. 10.- No pensar en clave de equipo. Los personalismos o actuar en función de grupos es muy arriesgado y es lo contrario a lo qué es una empresa. Ten siempre en mente esta frase: "Ninguno de nosotros es mejor que todos nosotros". Una empresa es un sistema de negocio multidisciplinar y como tal debe trabajar e integrar a todas las áreas de la empresa. 11.- No adoptar una estructura mercantil adecuada. Los proyectos mercantiles deben estructurarse bajo formas y estructuras mercantiles que desarrollen, articulen y protejan adecuadamente la actividad y prevean su crecimiento. Una estructura inadecuada será una barrera más para el crecimiento del proyecto. 12.- No prever y desarrollar un sistema de resolución de conflictos. Los comienzos probablemente sean intensos pero satisfactorios. Sin embargo, tarde o temprano los problemas, conflictos y desencuentros aparecerán. No tener previsto como se afrontarán estos momentos de crisis, introducirán momentos de duda e ineficiencia en la organización. Cuando me marché del restaurante, lo hice con la convicción de que aquel proyecto estaba muy inmaduro. Parece que había una idea y una oportunidad a corto plazo, pero nada más. No permitas que la precipitación y la improvisación basadas en tus ganas de emprender condicionen y malogren un proyecto, que bien planificado puede tener futuro. Trabaja todas estas áreas, valida cuanto antes la propuesta de valor y adelante.
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Hace no más de una semana, mientras comía, fui testigo de una interesante conversación que mantenían un grupo de jóvenes de no más de 25 años en la mesa de al lado. Mi posición cercana y el hábito español de hablar alto permitieron que, sin haberlo previsto, pudiera escuchar prácticamente aquel intercambio de opiniones en su integridad. El objeto de la conversación era un proyecto de distribución que tenían prácticamente preparado y sobre el que unos urgían a los otros para comenzar ya que, al parecer, ya se podrían formalizar las primeras ventas. Tengo que reconocer que no me pude contener e inmediatamente saque un bolígrafo y comencé a tomar notas. En el episodio de hoy, te voy a indicar brevemente los riesgos que observé en aquella conversación y que, como emprendedor, pueden condicionar el éxito de tu proyecto. 1.- No adoptar cierto nivel de externalización. Aquel grupo de cinco chicos querían hacerlo todo ellos. Ellos se encargarían de vender, comprar, almacenar, distribuir, gestionar la administración e incluso de hacer las pequeñas instalaciones necesarias. Para ello comprarían equipos informáticos, alquilarían un almacén y medios de carga y descarga y adquirirían, de segunda mano, un furgón para el reparto. En proyectos que comienzan desde cero y sin mayor experiencia anterior, es conveniente centrarse en los procesos clave del negocio, restringir la inversión a ellos y externalizar el resto. 2.- No realizar un plan económico. En aquella hora de conversación no escuché en ningún momento hablar de cifras concretas que se pareciesen a un presupuesto o a un plan económico que integrarán ingresos y gastos. Comprometer gasto o inversión sin ponerlo en relación a unos ingresos constantes, recurrentes y diversificados y a un sistema de negocio estructurado parece demasiado temerario y sin embargo es una práctica demasiado frecuente. 3.- No comprometer presencia y acción sobre todas las áreas del negocio. En un proyecto empresarial no debes de hacer todo, pero debes estar en todo. En una empresa de reducido tamaño debes tener el control y conocimiento de todos los procesos, ya los realices internamente o externamente a tu organización. Atenerte solo a la parte técnica del negocio o las partes que más te gustan y pretender que las demás se gestionen solas es muy arriesgado. Perderás consistencia y lógica en tus acciones y perderás el tono en el cumplimiento de la misión de tu empresa. 4.- No mantener una mentalidad y actitud templada. En la gestión de una empresa es tan perjudicial la exaltación como el apocamiento, las pulsaciones altas y las bajas, la aceleración y la parálisis. Mantener una actitud extrema o radical, en el mucho o en el poco, en tus decisiones y acciones y más aún que convivan ambas actitudes dentro de la empresa, puede desquiciar a tu organización. Debes mantener un tono moderado y constante y trabajar internamente este clima de forma que evites tanto las montañas rusas emocionales como los actos y decisiones impulsivas. 5.- No establecer una unidad de decisión y responsabilidad. En todas las organizaciones debe haber un responsable último de las decisiones y acciones. Independientemente de que exista un órgano interno para la toma de decisiones estratégicas y responsables de la gestión del día a día de las distintas áreas, la dirección y responsabilidad última de la gestión de una empresa debe recaer sobre una única persona. 6.- No desarrollar una planificación y pensamiento a largo plazo. Crear una empresa basada en una oportunidad a corto plazo tiene dos riesgos principales. Que se focalicen todas las decisiones y acciones en la oportunidad y no en el sistema de negocio y que decisiones y acciones se realicen de forma improvisada. Las empresas son empresas si tiene vocación y planeamiento a largo plazo. A lo otro se le suele llamar pelotazo. 7.- No poner a tu cliente en el centro de tu empresa. Ser irrelevante para tu cliente o que tu cliente no tenga la máxima relevancia para ti llevan al mismo sitio. El fracaso. Es esencial que sepas siempre cuál es el problema o necesidad de tu cliente que estás solucionando. Conocer cuál es tu propuesta de valor y enfocar tu acción hacia ella es la única forma de mantener una lógica y coherencia en tu empresa. 8.- No tolerar el riesgo o despreciarlo. Los emprendedores deben entender desde el primer momento que todas sus acciones tienen consecuencias y responsabilidad. No ser consciente de ello, despreciar este riesgo y paralizar la empresa por pánico escénico son situaciones inaceptables. No es obligatorio emprender, es más, en estas situaciones es mejor no hacerlo, pero, si lo haces que sea con consciencia y con todas las consecuencias. 9.- Improvisar la financiación. No planificar la estructura de financiación de la empresa o fiarla a los ingresos por ventas es como salir a la mar solo con velas y sin gasolina para los motores. La empresa debe tener una estructura de financiación propia y ajena, comercial y financiera, a corto y largo plazo que financie la actividad adecuadamente en todos los ciclos y situaciones. Quedarse parado en medio del mar por falta de viento supone una gran pérdida de eficacia y oportunidades y un riesgo para el futuro del proyecto. 10.- No pensar en clave de equipo. Los personalismos o actuar en función de grupos es muy arriesgado y es lo contrario a lo qué es una empresa. Ten siempre en mente esta frase: "Ninguno de nosotros es mejor que todos nosotros". Una empresa es un sistema de negocio multidisciplinar y como tal debe trabajar e integrar a todas las áreas de la empresa. 11.- No adoptar una estructura mercantil adecuada. Los proyectos mercantiles deben estructurarse bajo formas y estructuras mercantiles que desarrollen, articulen y protejan adecuadamente la actividad y prevean su crecimiento. Una estructura inadecuada será una barrera más para el crecimiento del proyecto. 12.- No prever y desarrollar un sistema de resolución de conflictos. Los comienzos probablemente sean intensos pero satisfactorios. Sin embargo, tarde o temprano los problemas, conflictos y desencuentros aparecerán. No tener previsto como se afrontarán estos momentos de crisis, introducirán momentos de duda e ineficiencia en la organización. Cuando me marché del restaurante, lo hice con la convicción de que aquel proyecto estaba muy inmaduro. Parece que había una idea y una oportunidad a corto plazo, pero nada más. 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