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'Arévalo podría terminar en una celda como a la que yo quizá regrese': José Rubén Zamora
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RFI entrevistó al periodista guatemalteco José Rubén Zamora, quien se encuentra en libertad provisional tras haber permanecido más de 800 días preso y que podría volver a la cárcel por una sentencia de la justicia, en medio del forcejeo entre el presidente Arévalo y la fiscal Porras. Zamora advierte que Arévalo puede 'terminar dentro de 14 meses en una bartolina [celda], como en la que estuve yo y a la que posiblemente voy a regresar'.
La Fiscalía General de Guatemala acusó este lunes al presidente Bernardo Arévalo de vulnerar su autonomía al pedir a la policía no ejecutar órdenes de esa institución, en un nuevo choque entre el mandatario y la fiscal Consuelo Porras, sancionada por Estados Unidos. Las declaraciones del gobernante "constituyen un intento de vulnerar la autonomía e independencia que la Constitución y la legislación guatemalteca otorgan al Ministerio Público (MP, Fiscalía) y al Organismo Judicial", indicó el ente.
El presidente aseguró, por su parte, que no permitirá que la fuerza pública ejecute órdenes "ilegales" de un Ministerio Público “criminalizador y arbitrario".
Arévalo anunció esa medida luego del allanamiento del domicilio de un exministro de su gobierno y dos días después de que, a pedido de la Fiscalía, una corte ordenara la vuelta a prisión del periodista José Rubén Zamora, de 68 años, tras un mes en arresto domiciliario. Zamora estuvo detenido en la cárcel del Cuartel Mariscal Zavala desde julio de 2022 hasta octubre pasado, en el marco de un proceso rechazado por organismos de derechos humanos y la comunidad internacional. Carlos Pizarro entrevistó al periodista guatemalteco.
RFI. ¿Cómo se encuentra físicamente?
Cuando me apresaron en agosto, pesaba unas 170 libras. Dos semanas después, pesaba 128. Después de unos 180 días logré regresar a 168. Y ahora que salí de mi casa por otro tipo de presiones, volví a caer a 140. Pero soy optimista, me estoy alimentando, estoy subiendo de peso. Pero hay incertidumbre y temores en el camino.
RFI. ¿Cómo ve a Guatemala?
Estamos en un momento muy, muy complejo, muy difícil. Hoy en día hay una percepción en el mundo de que aquí en Guatemala hay una narco-dictadura que renovamos cada cuatro años y que nos tiene atrapados. El sistema político es incapaz de combatir al narco. Sobre todo, la impunidad y la corrupción están en el ADN hereditario de la clase política y de las élites del país. No se puede combatir esos tres flagelos al mismo tiempo; la corrupción, la impunidad y el narco son el sistema, y éste no se va a combatir a sí mismo.
RFI. ¿Está resignado a volver a la cárcel?
Los abogados están luchando. Estamos poniendo amparos. Las apelaciones son aberraciones judiciales arbitrarias e ilegales. Tanto el Ministerio Público como el querellante, por norma, no se presentan en mis audiencias. Ahora el argumento para hacerme regresar a la cárcel es que ni el Ministerio Público ni el querellante fueron escuchados, pero ellos querían boicotear y se les dieron todas las oportunidades. Se les llamó tres o cuatro veces más. El día de la audiencia, ésta se demoró en comenzar de manera continuada para que ellos se pudieran presentar y no tuvieron interés, pensando que con eso iban a boicotear la audiencia. Pero yo he tenido mucho apoyo, gracias a Dios, en estos últimos días. Incluso me han dicho que cancilleres y presidentes de otros países que me han ofrecido asilo político. Pero creo que, a estas alturas, para honrar mi palabra ante el tribunal y el juez que me dieron medidas sustitutivas, estoy dispuesto a esperar. Si me mandan de regreso a la cárcel, voy de regreso. Creo que ayuda que el mundo siga viendo que Guatemala se volvió un sistema siniestro que está en manos de criminales.
RFI. Durante estos dos años y medio que ha estado preso, le han cancelado sus cuentas, le han cancelado también su periódico, entre otras cosas. ¿Por qué esta persecución judicial contra usted?
Yo pienso que tiene que ver con este sistema podrido que tiene cooptadas las Cortes de Justicia, el Congreso de la República y el Ejecutivo. Esto no es nuevo. Digamos, a partir del año 2000, yo tenía 40 años, tuve mis primeras 89 denuncias penales. Se estacionaron en el periódico seis funcionarios de impuestos y otros dos allanaron furtivamente mi casa, de manera clandestina, con contrainteligencia militar. Mis hijos se fueron al exilio. En el año 2009 me detuvieron ilegalmente en la ciudad y me fueron a tirar a las montañas, a 50 kilómetros de ahí. Entre 2012 y 2016 tuve otra etapa de persecución fuerte. Los ingresos de mi periódico bajaron de 69 millones de quetzales a 30 en dos años. Tuvimos que bajar la nómina de 500 colegas a 200.
RFI. ¿Es una persecución por razones ideológicas?
Aquí lo que tenemos son grupos de delincuentes que distraen a la sociedad haciéndoles pensar que hay una pugna entre la derecha y la izquierda. Aquí solo hay fascismo y delincuentes. Y le diría que esta situación se presenta a escala regional. Hay vasos comunicantes. En este momento todo ese sistema basado en el narco, en la impunidad y la corrupción, a través del Ministerio Público y de pequeños grupos fascistas que quizá tienen el 4 % del voto electoral, pero tienen más del 90 % del Producto Interno Bruto, van tras la cabeza del presidente Arévalo.
RFI. ¿Qué piensa del presidente Arévalo?
Los guatemaltecos pudieron ver el rostro de la corrupción en toda su dimensión. Por eso la gente buscó un partido desconocido, con poco arraigo, con gente joven que no eran dominantes, que era un grupo marginal, y eligieron a Arévalo, que es un hombre decente. Yo lo he visto una vez, pero sé que es una persona decente. Creo que estamos observando un proceso gradual que va a culminar en un golpe de Estado judicial. Cuando el presidente tenga más desgaste político, cuando haya más frustración en la población, porque francamente lo tienen con las manos amarradas, cuando tenga poco respaldo popular, seguro va a terminar en una ‘bartolina’ [celda, calabozo] aislada e incomunicada, como en la que estuve yo y a la que posiblemente voy a regresar dentro de unos días.
RFI. ¿Qué puede hacer el presidente Arévalo para frenar esta nueva orden de arresto de la fiscal general Consuelo Porras?
La capacidad de maniobra de este gobierno es limitada. Es como si tuviera un chaleco de fuerza. Yo creo que Arévalo o salta al vacío y despide a la fiscal y pide a la población que se manifieste a través de una consulta popular, o que se vayan a manifestar a la Corte de Constitucionalidad, que es otra instancia que garantiza la impunidad y la inmovilidad de los corruptos. Solo de esa manera los podemos sacar. Si eso no sucede, yo le diría que en menos de 14 meses el presidente puede estar en una bartolina.
RFI. Ahora que es posible que regrese usted a prisión, ¿teme que puedan volver a torturarlo?
Creo que ahora sería diferente porque el sistema penitenciario depende del Ejecutivo. Mientras estuvo Giammattei como presidente, fui sometido a mil arbitrariedades: me quitaron el agua por periodos de 15 días, no me dejaron dormir durante 12 días. En esa pequeña bartolina, tuve una noche con siete allanamientos; siete agentes antinarcóticos con perros entraron a buscar o a intentar sembrarme cocaína u otras drogas. La noche antes de mi primera audiencia, encerraron mi bartolina en una jaula, un gallinero de madera, para que no pudiera dormir y me sintiera más atrapado. Hubo un director al que le gustaba humillarme, sacándome desnudo de la bartolina. Cuando fui a mi primera audiencia, sin haber hablado con abogados, no sabía ni de qué me acusaban; no estaba enterado.
Mientras estuve fuera, metieron una bolsa con insectos, unos 3.000 o 4.000: sanguijuelas, chinches. Viví con ellos cinco meses. He perdido nervios entre las rodillas y los tobillos. Estoy dañado de todo mi cuerpo: de los pulmones, tengo hongos. Es complicado.
Sin embargo, a raíz de la llegada de este presidente [Arévalo], cinco días más tarde me visitó el ministro de Gobernación, a cargo de las prisiones, y cambiaron mis condiciones en términos de dignidad. Pude decidir cuándo abrir o cerrar la puerta. Antes no me permitían tener una pequeña refrigeradora. Me dejaron poner un calentador y tuve algunas otras cosas. No quise pasarme a una cárcel VIP porque siempre las he criticado, y aunque me lo plantearon, creo que habría sido inconveniente tanto para mí como para el gobierno. Me quedé en el mismo lugar, con mejores condiciones. Si tuviera que regresar, lo haría con más conocimiento.
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RFI entrevistó al periodista guatemalteco José Rubén Zamora, quien se encuentra en libertad provisional tras haber permanecido más de 800 días preso y que podría volver a la cárcel por una sentencia de la justicia, en medio del forcejeo entre el presidente Arévalo y la fiscal Porras. Zamora advierte que Arévalo puede 'terminar dentro de 14 meses en una bartolina [celda], como en la que estuve yo y a la que posiblemente voy a regresar'.
La Fiscalía General de Guatemala acusó este lunes al presidente Bernardo Arévalo de vulnerar su autonomía al pedir a la policía no ejecutar órdenes de esa institución, en un nuevo choque entre el mandatario y la fiscal Consuelo Porras, sancionada por Estados Unidos. Las declaraciones del gobernante "constituyen un intento de vulnerar la autonomía e independencia que la Constitución y la legislación guatemalteca otorgan al Ministerio Público (MP, Fiscalía) y al Organismo Judicial", indicó el ente.
El presidente aseguró, por su parte, que no permitirá que la fuerza pública ejecute órdenes "ilegales" de un Ministerio Público “criminalizador y arbitrario".
Arévalo anunció esa medida luego del allanamiento del domicilio de un exministro de su gobierno y dos días después de que, a pedido de la Fiscalía, una corte ordenara la vuelta a prisión del periodista José Rubén Zamora, de 68 años, tras un mes en arresto domiciliario. Zamora estuvo detenido en la cárcel del Cuartel Mariscal Zavala desde julio de 2022 hasta octubre pasado, en el marco de un proceso rechazado por organismos de derechos humanos y la comunidad internacional. Carlos Pizarro entrevistó al periodista guatemalteco.
RFI. ¿Cómo se encuentra físicamente?
Cuando me apresaron en agosto, pesaba unas 170 libras. Dos semanas después, pesaba 128. Después de unos 180 días logré regresar a 168. Y ahora que salí de mi casa por otro tipo de presiones, volví a caer a 140. Pero soy optimista, me estoy alimentando, estoy subiendo de peso. Pero hay incertidumbre y temores en el camino.
RFI. ¿Cómo ve a Guatemala?
Estamos en un momento muy, muy complejo, muy difícil. Hoy en día hay una percepción en el mundo de que aquí en Guatemala hay una narco-dictadura que renovamos cada cuatro años y que nos tiene atrapados. El sistema político es incapaz de combatir al narco. Sobre todo, la impunidad y la corrupción están en el ADN hereditario de la clase política y de las élites del país. No se puede combatir esos tres flagelos al mismo tiempo; la corrupción, la impunidad y el narco son el sistema, y éste no se va a combatir a sí mismo.
RFI. ¿Está resignado a volver a la cárcel?
Los abogados están luchando. Estamos poniendo amparos. Las apelaciones son aberraciones judiciales arbitrarias e ilegales. Tanto el Ministerio Público como el querellante, por norma, no se presentan en mis audiencias. Ahora el argumento para hacerme regresar a la cárcel es que ni el Ministerio Público ni el querellante fueron escuchados, pero ellos querían boicotear y se les dieron todas las oportunidades. Se les llamó tres o cuatro veces más. El día de la audiencia, ésta se demoró en comenzar de manera continuada para que ellos se pudieran presentar y no tuvieron interés, pensando que con eso iban a boicotear la audiencia. Pero yo he tenido mucho apoyo, gracias a Dios, en estos últimos días. Incluso me han dicho que cancilleres y presidentes de otros países que me han ofrecido asilo político. Pero creo que, a estas alturas, para honrar mi palabra ante el tribunal y el juez que me dieron medidas sustitutivas, estoy dispuesto a esperar. Si me mandan de regreso a la cárcel, voy de regreso. Creo que ayuda que el mundo siga viendo que Guatemala se volvió un sistema siniestro que está en manos de criminales.
RFI. Durante estos dos años y medio que ha estado preso, le han cancelado sus cuentas, le han cancelado también su periódico, entre otras cosas. ¿Por qué esta persecución judicial contra usted?
Yo pienso que tiene que ver con este sistema podrido que tiene cooptadas las Cortes de Justicia, el Congreso de la República y el Ejecutivo. Esto no es nuevo. Digamos, a partir del año 2000, yo tenía 40 años, tuve mis primeras 89 denuncias penales. Se estacionaron en el periódico seis funcionarios de impuestos y otros dos allanaron furtivamente mi casa, de manera clandestina, con contrainteligencia militar. Mis hijos se fueron al exilio. En el año 2009 me detuvieron ilegalmente en la ciudad y me fueron a tirar a las montañas, a 50 kilómetros de ahí. Entre 2012 y 2016 tuve otra etapa de persecución fuerte. Los ingresos de mi periódico bajaron de 69 millones de quetzales a 30 en dos años. Tuvimos que bajar la nómina de 500 colegas a 200.
RFI. ¿Es una persecución por razones ideológicas?
Aquí lo que tenemos son grupos de delincuentes que distraen a la sociedad haciéndoles pensar que hay una pugna entre la derecha y la izquierda. Aquí solo hay fascismo y delincuentes. Y le diría que esta situación se presenta a escala regional. Hay vasos comunicantes. En este momento todo ese sistema basado en el narco, en la impunidad y la corrupción, a través del Ministerio Público y de pequeños grupos fascistas que quizá tienen el 4 % del voto electoral, pero tienen más del 90 % del Producto Interno Bruto, van tras la cabeza del presidente Arévalo.
RFI. ¿Qué piensa del presidente Arévalo?
Los guatemaltecos pudieron ver el rostro de la corrupción en toda su dimensión. Por eso la gente buscó un partido desconocido, con poco arraigo, con gente joven que no eran dominantes, que era un grupo marginal, y eligieron a Arévalo, que es un hombre decente. Yo lo he visto una vez, pero sé que es una persona decente. Creo que estamos observando un proceso gradual que va a culminar en un golpe de Estado judicial. Cuando el presidente tenga más desgaste político, cuando haya más frustración en la población, porque francamente lo tienen con las manos amarradas, cuando tenga poco respaldo popular, seguro va a terminar en una ‘bartolina’ [celda, calabozo] aislada e incomunicada, como en la que estuve yo y a la que posiblemente voy a regresar dentro de unos días.
RFI. ¿Qué puede hacer el presidente Arévalo para frenar esta nueva orden de arresto de la fiscal general Consuelo Porras?
La capacidad de maniobra de este gobierno es limitada. Es como si tuviera un chaleco de fuerza. Yo creo que Arévalo o salta al vacío y despide a la fiscal y pide a la población que se manifieste a través de una consulta popular, o que se vayan a manifestar a la Corte de Constitucionalidad, que es otra instancia que garantiza la impunidad y la inmovilidad de los corruptos. Solo de esa manera los podemos sacar. Si eso no sucede, yo le diría que en menos de 14 meses el presidente puede estar en una bartolina.
RFI. Ahora que es posible que regrese usted a prisión, ¿teme que puedan volver a torturarlo?
Creo que ahora sería diferente porque el sistema penitenciario depende del Ejecutivo. Mientras estuvo Giammattei como presidente, fui sometido a mil arbitrariedades: me quitaron el agua por periodos de 15 días, no me dejaron dormir durante 12 días. En esa pequeña bartolina, tuve una noche con siete allanamientos; siete agentes antinarcóticos con perros entraron a buscar o a intentar sembrarme cocaína u otras drogas. La noche antes de mi primera audiencia, encerraron mi bartolina en una jaula, un gallinero de madera, para que no pudiera dormir y me sintiera más atrapado. Hubo un director al que le gustaba humillarme, sacándome desnudo de la bartolina. Cuando fui a mi primera audiencia, sin haber hablado con abogados, no sabía ni de qué me acusaban; no estaba enterado.
Mientras estuve fuera, metieron una bolsa con insectos, unos 3.000 o 4.000: sanguijuelas, chinches. Viví con ellos cinco meses. He perdido nervios entre las rodillas y los tobillos. Estoy dañado de todo mi cuerpo: de los pulmones, tengo hongos. Es complicado.
Sin embargo, a raíz de la llegada de este presidente [Arévalo], cinco días más tarde me visitó el ministro de Gobernación, a cargo de las prisiones, y cambiaron mis condiciones en términos de dignidad. Pude decidir cuándo abrir o cerrar la puerta. Antes no me permitían tener una pequeña refrigeradora. Me dejaron poner un calentador y tuve algunas otras cosas. No quise pasarme a una cárcel VIP porque siempre las he criticado, y aunque me lo plantearon, creo que habría sido inconveniente tanto para mí como para el gobierno. Me quedé en el mismo lugar, con mejores condiciones. Si tuviera que regresar, lo haría con más conocimiento.
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